
Recuerdo llegar a casa de mi madre los domingos y ver a mis
hermanas sorteando en una bolsita a quién le tocaría ese día el tratamiento
facial. Llegaba con mucha ilusión, con ganas de transmitir lo que había
aprendido, tenía todo listo: las esponjitas amarillas (esas que ya no se usan),
el súper exfoliante y una botellita de ácido láctico al 10% que cuidaba como si
fuera nitroglicerina; además del famoso extirpador, que parecía un bisturí. Mis hermanas lo miraban como el causante del
sufrimiento y la personificación de ese dicho que dice "para ser bella,
hay que ver estrellas". Ellas fueron mis primeras pacientes, mis primeras
alumnas y mis primeros clientes insatisfechos. Ese fue mi escenario inicial.
Extendía una toalla grande sobre la cama de mi madre, luego
la cubría con una sábana blanca y empezaba el ritual. Primero, el
reconocimiento de la piel y luego explicaba lo que iba a realizar. Paso
siguiente, el auditorio comenzaba a quedarse
solo. Al final sólo quedábamos la
paciente y yo. La cara de la paciente quedaba un poco roja por la manipulación
del "instrumento del mal" pero
la carita lucía hidratada gracias a mi sustancia maravillosa llamada ÁCIDO
LÁCTICO.
Mientras trabajaba mis padres me observaban, veía a mi madre
enternecerse, pero mi padre tenía una mirada diferente. Yo podía identificar
esa mirada, no era de reproche pero sabía que algo no estaba bien. Finalmente,
mi último espectador también se retiró, yo estaba muy concentrada en mi trabajo
explicando paso a paso la razón de mi protocolo.
Cuando terminaba la tarde y era hora de ir a casa, mi padre
me acompañaba a tomar el taxi. Recuerdo claramente como si fuera esta tarde,
cuando él me hizo una pregunta suelta. ¿Sabes quién es el mejor marketero de la
naturaleza? Yo perpleja lo miraba y me preguntaba ¿Por qué qué me está
preguntando eso? ¿Qué es lo que realmente quiere decirme? El frenó la marcha y dijo: La gallina. ¡Te diré por qué! La gallina
publicita su hazaña, ella pone el huevo y se encarga de que todos se enteren de
que lo hizo y que lo hizo bien. ¿Entiendes?
Tú no sólo tienes que saber hacer bien lo que haces, tienes que
marketearte, tienes que vestirte como una profesional, tienes que hablar como
una profesional, se tiene que proyectar en tú imagen que eres una persona
profesional. Me sentí avergonzada.
De regreso a la Avenida Emancipación...............
Lo admiro bastante... Muy profesional y apasionada en lo que hace
ResponderEliminarMuy interesante la felicito, un ejemplo a seguir bendiciones.
ResponderEliminarMuchas gracias
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