Había revisado las revistas de moda y también las páginas de Internet
relacionadas con spas, tenía en una hoja el modelo de vestuario que me
había parecido profesional. Llamé a una amiga para ir juntas a buscar el
atuendo de esteticista. Quedamos en ir a la Av. Emancipación.
Estaba indecisa sobre el color, el largo de la manga y si debería usar
pantalón o falda. Luego de mucho caminar nos dimos cuenta de que en ese
lugar no íbamos a encontrar el uniforme que queríamos. De pronto una
señorita nos dijo, "También hacemos trajes a medida". !EUREKA!, eso era
lo que queríamos. Inmediatamente le dimos el modelo que teníamos impreso
en un papel y ella nos tomó las medidas y dijo que en 4 días podíamos
pasar a recogerlo.

Respiré profundamente y apuré el paso. "Hola, mi nombre es Milagros
Hurtado, soy cosmiatra esteticista" El muchacho entre sorprendido y
desconfiado dijo: "Hola, mi nombre es Raúl y no te conozco" (risas)
"Claro, le dije. ¡Pero el destino nos ha reunido esta tarde para que yo
pueda regalarte un tratamiento facial! El muchacho sonrió, bajo la
cabeza y dijo,¿Quieres que sea tu conejillo de indias, verdad? Yo me
apresuré a decir, "Todo lo contrario, lo que haré es limpiar,
desinflamar e hidratar (ya no sabía qué otro verbo usar con la
terminación AR) esa carita linda y dejarla lista para que la puedas
lucir", ¿Qué dices? Bueno, dijo “Eres graciosa, al menos me reiré
contigo".

Estaba alucinada con ese tratamiento, le di mi dirección y teléfono, dijo que en una semana me vería.
Tenía una semana para instalar mi primera cabina profesional en casa. Ya
tenía el uniforme, las cubetas, la lámpara, !me faltaba todo lo
demás!!!! Sumé, resté, pedí prestado y pude comprar mi primera camilla,
aunque sabía que me faltaban muchas cosas, yo sabía que con la actitud
ya había ganado la mitad de la batalla.
Mientras viajaba en el bus, mi mente recreaba todo el ambiente que
debería tener una cabina. Aromaterapia, velas, sábanas, música, una a
una desfilaban por mi imaginación y de pronto como si un disco se
hubiera rayado, recordé que en la habitación que atendería a mi paciente
no había agua. Esa habitación era la sala de estudio de la casa.
Recordé que tenía una mesita de noche que no usaba y también un equipo
de música pequeño en la cocina, todo iba tomando su lugar.
Esperando mi primer caso profesional............
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