viernes, 26 de julio de 2013

ABORDANDO AL PACIENTE

Había revisado las revistas de moda y también las páginas de Internet relacionadas con spas, tenía en una hoja el modelo de vestuario que me había parecido profesional. Llamé a una amiga para ir juntas a buscar el atuendo de esteticista. Quedamos en ir a la Av. Emancipación.
Estaba indecisa sobre el color, el largo de la manga y si debería usar pantalón o falda. Luego de mucho caminar nos dimos cuenta de que en ese lugar no íbamos a encontrar el uniforme que queríamos. De pronto una señorita nos dijo, "También hacemos trajes a medida". !EUREKA!, eso era lo que queríamos. Inmediatamente le dimos el modelo que teníamos impreso en un papel y ella nos tomó las medidas y dijo que en 4 días podíamos pasar a recogerlo.
                                                                            
Mientras deliberábamos sobre la compra de una lámpara con lupa, pude ver a un muchacho con la cara inflamada, llena de pústulas, pápulas y comedones. En ese momento supe que ese sería mi primer caso de acné. Me sentía como un pedacito de fierro atraído por un gran imán. Pensaba rápidamente cómo podía presentarme, ¿Cómo me presento? ¿Le digo que soy recién graduada? ¿Y si no acepta? ¡Si tuviera una tarjeta! ¿Cómo no pensé en eso? Tic tac tic tac...
Respiré profundamente y apuré el paso.  "Hola, mi nombre es Milagros Hurtado, soy cosmiatra esteticista" El muchacho entre sorprendido y desconfiado dijo: "Hola, mi nombre es Raúl y no te conozco"  (risas) "Claro, le dije. ¡Pero el destino nos ha reunido esta tarde para que yo pueda regalarte un tratamiento facial! El muchacho sonrió, bajo la cabeza y dijo,¿Quieres que sea tu conejillo de indias, verdad? Yo me apresuré a decir, "Todo lo contrario, lo que haré es limpiar, desinflamar e hidratar (ya no sabía qué otro verbo usar con la terminación AR) esa carita linda y dejarla lista para que la puedas lucir", ¿Qué dices?  Bueno, dijo “Eres graciosa, al menos me reiré contigo".


Estaba alucinada con ese tratamiento, le di mi dirección y teléfono, dijo que en una semana me vería.
 Tenía una semana para instalar mi primera cabina profesional en casa. Ya tenía el uniforme, las cubetas, la lámpara, !me faltaba todo lo demás!!!! Sumé, resté, pedí prestado y pude comprar mi primera camilla, aunque sabía que me faltaban muchas cosas, yo sabía que con la actitud ya había ganado la mitad de la batalla.

Mientras viajaba en el bus, mi mente recreaba todo el ambiente que debería tener una cabina. Aromaterapia, velas, sábanas, música, una a una desfilaban por mi imaginación y de pronto como si un disco se hubiera rayado, recordé que en la habitación que atendería a mi paciente no había agua. Esa habitación era la sala de estudio de la casa. Recordé que tenía una mesita de noche que no usaba y también un equipo de música pequeño en la cocina, todo iba tomando su lugar.

Esperando mi primer caso profesional............




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