Una doctora muy guapa y delgada nos esperaba. Todo el camino veníamos pensando en la
legalidad del curso. Esa mañana en Miraflores las calles lucían más frías que
nunca, ni siquiera el casino cercano con todo y sus luces, nos sacaba de la
bajada de presión que teníamos.
Mientras subía el ascensor, la sensación de culpabilidad aumentaba. La doctora muy amable y gentil nos recibió, preguntó si éramos estudiantes o si ya habíamos terminado. ¡Por fin!, pensé, al menos a ella le preocupa saber si estamos certificadas. Empezó a explicar que la bioplastía era una práctica estética que ayudaba a corregir algunos defectos en el rostro o en el cuerpo de las personas. Luego nos preguntó quién sería la modelo, todas nos mirábamos con cara de terror. "No hemos traído doctora". Bueno, nos dijo, después vemos eso.
Mientras subía el ascensor, la sensación de culpabilidad aumentaba. La doctora muy amable y gentil nos recibió, preguntó si éramos estudiantes o si ya habíamos terminado. ¡Por fin!, pensé, al menos a ella le preocupa saber si estamos certificadas. Empezó a explicar que la bioplastía era una práctica estética que ayudaba a corregir algunos defectos en el rostro o en el cuerpo de las personas. Luego nos preguntó quién sería la modelo, todas nos mirábamos con cara de terror. "No hemos traído doctora". Bueno, nos dijo, después vemos eso.
Era la primera vez que escuchaba decir PMMA
Polimetilmetacrilato y biopolímeros. Dijo que eran sustancias inocuas, que se
usaban hacía muchos años sin ninguna complicación y que servían para rellenar
los labios, elevar la punta de la nariz, rellenar los glúteos y resaltar los
pómulos, pero que esta vez sólo lo aplicaríamos en la zona facial. Nos dijo que si pagábamos $200 dólares más, luego
podíamos seguir el curso corporal.
No explicó cómo se relacionaba la sustancia con la dermis, no dijo qué posibilidades de alergia o rechazo podian existir, ni siquiera preguntó si sabiamos inyectar. Sóno el timbre, ella salió un momento y al regresar nos dijjo, "chicas, tenemos suerte, llegó paciente para bioplastía facial"
Era una chica de contextura pequeña con labios muy delgados y los
nasogenianos marcados. Se echó sobre la camilla y comenzó a infiltrarle ese
líquido, lo hacía a 90 grados. Mientras eso
pasaba, yo pensaba en los nervios faciales, trataba de ubicarlos mientras miraba la cara de la paciente. Pensaba en las posibilidades de alergia, en
la densidad de ese producto, veía cómo su cara iba cambiando, primero los
pómulos, luego los labios.¡No! Esto es demasiado para mi. Decidí salir de su
oficina, mis amigas se quedaron, me despedí diciendo que había olvidado algo
urgente, quedé en regresar.
Mientras esperaba el ascensor, pensaba en todo lo que se
puede hacer en honor a la estética, pero lo que me molestaba aún más era ese
sentimiento de culpa que tenía sobre los hombros. Esto no era correcto, esto
era de uso médico, pero la paradoja era que un médico te lo enseñaba, quien por
ganarse unos dólares pone en riesgo la salud de las personas. Aquí se muestra
la doble moral de algunos médicos que critican y persiguen a las cosmiatras,
cuando son ellos los que ponen en nuestras manos las armas para cometer errores
y claro también la falta de ética de algunas cosmiatras que sabiendo que no
están académicamente capacitadas y mucho menos legalmente respaldadas, aplican
sustancias que muchas veces no tienen registro sanitario.
Se abrió el ascensor y salieron 2 mujeres, una de ellas me preguntó si
era el consultorio de la Dra. XX, yo le dije “Sí, ¿por qué?”. Ella me explicó
que hacía un año le había aplicado una sustancia en los labios a su hija y que estaban allí
para reclamarle. Le di una mirada rápida a la señorita y pude ver cómo la
sustancia se había encapsulado como una pelota en el centro del labio, apreté
los puños y subí al ascensor
Caminé unas cuadras por el malecón mientras recordaba las palabras de mi padre “El estudio y la superación son el camino para el éxito en la profesión".
Ese no era el camino, pero estaba decidida a especializarme.
Preparando maletas para Argentina.............
Es increíble como los biopolímeros pueden ser un real atentado para el físico y la salud del ser humano. Bastó con ponerlo en google imágenes, para darme cuenta que es el nuevo cuco de la medicina del siglo XXI y, es más lastimoso aún, saber que son los médicos los que siguen con estas prácticas ¿Dónde está su ética deontológica?
ResponderEliminarTodos nos preguntamos eso. Pero no son todos felizmente, existen médicos integros, profesionales y con alto sentido de amor al ser humano. Gracias por tu comentario.
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