No recuerdo exactamente cuándo fue la última vez que asistí a un curso de estética sin detenerme a pensar si aquello era legal o no. Tampoco recuerdo cuando fue la última vez que me senté con un grupo de colegas a reír despreocupada hablando de las cosas simples de la vida. Que siempre es buena terapia.
Mi decepción con respecto a la buena intención de las personas había comenzado a afectar mis relaciones personales. Recuerdo perfectamente esa tarde cuando las fundadoras de la AEP me llevaron a una oficina húmeda y oscura de un médico influyente en cursos de estética no médica. Recuerdo también su mirada aguda y gesto prepotente al exigirme dos páginas de una revista de estética -que en ese momento yo dirigía- para la publicidad de sus cursos. Todo ello a cambio de ayudarnos a promocionar nuestra intención para la regulación de la estética profesional. Así de simple. Así sin rubor alguno.
Eran los primeros días del mes de junio del 2012. Habíamos organizado la primera mesa redonda de trabajo con el Colegio Médico del Perú (CMP), el que había aceptado llevarlo a cabo en su sede con las coordinaciones respectivas e invitados que estarían presentes. Este médico me exigía un lugar en esa mesa y yo no podía pasar por alto los acuerdos ya establecidos con el CMP.
En una habitación oscura, con directivas que pensé que eran amigas; con una colega influyente a quién pedí ayuda para regular la carrera profesional y quien me la negó diciendo que su esposo no quería. Con este médico que humilló vilmente mi dignidad, me ridiculizó y vio caer mis lagrimas de impotencia y tristeza infinita. Desde esa habitación entendí que el camino no sería fácil.
Mi padre, de profesión periodista, me había regalado una grabadora de voz en un lapicero, me dijo que en algún momento la necesitaría y ese fue el momento. Aún conservo el audio de aquel día.
Han pasado cinco años y mientras la estética profesional busca intensamente de no caer en la ilegalidad pese a la desidia de las autoridades, empiezo nuevamente y con mayor fuerza que nunca la lucha por una carrera profesional para la estética no medica.
Usted doctor que ha vivido de la estética no medica y ha encontrado un lugar para desarrollarse en ella, no vuelva a interceder como aquella vez que ANULÓ con sus influencias nuestra única oportunidad y nos atraso cinco años. Un lustro que nadie le devolverá a mis colegas y que, nadie cuando sepa su nombre, le perdonará.
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