miércoles, 16 de abril de 2014

PASANTIA EN CENTRO ORTHOMOLECULAR PARAGUAY

Ya era hora de hacer las maletas para regresar al Perú cuando sonó el teléfono de mi habitación. Me llamaba un compañero del curso para comentarme que el Dr, Concolino daría una pasantía en su clínica de Medicina Orthomolecular. 
Me quedé pensando.  Si voy a esa pasantía tendré la oportunidad de observar cómo se aborda al paciente, cómo el doctor hace las primeras preguntas, cómo deducir la posible enfermedad y todos los pasos de los que habíamos hablado en clase.
 
Lo llamé a su hotel,  le expliqué la necesidad
de aprender para poder hacer un buen trabajo en
conjunto con los médicos.  Se quedó callado, un silencio angustioso para mí, luego oí su voz grave diciendo, "Te espero en Asunción".
 
Un mes después de esa conversación yo estaba en Asunción. Aprendí en una semana lo que me hubiese tomado años en los diferentes cursos de  estética no médica. Pude observar a los pacientes que atendía el doctor;  lo ayudaba llenando historias clínicas y pude conversar con su personal, con sus pacientes, con sus alumnos.
 
Hoy se dictan cursos de medicina orthomolecular en Lima, a los que asisten cosmiatras, lo cual no me parece mal.  Lo que me parece nefasto, es que se enseñe a inyectar sustancias como la quelación; que se hable de grandes dosis de vitamina C, de suplementar y complementar la alimentación de nuestras pacientes, y todo esto en un curso de 3 días. Hasta el día de hoy me resulta difícil terminar de aprender de memoria el Círculo de Kreps. Y esa es la base fundamental del tema de la Vitamina C.
 
La medicina ortomolecular  es para profesionales de la salud. La bioquímica es un arma imprescindible en la práctica orthomolecular. Si bien es cierto he tenido la oportunidad de estudiar dos cursos importantes de medicina orthomolecular y una pasantía de 1 semana en un centro de medicina orthomolecular, no estoy autorizada para hacer quelaciones, no está permitido legalmente y no me atrevería a hacerlo.
 
Por eso, cuando alguien me pregunta cuál es mi especialidad, respondo que soy Especialista en Estética Orthomolecular. He aprendido cómo se desorganizan las hormonas, cómo baja el nivel inmunológico, cómo reconocer los signos en el cuerpo de personas que sufren de diabetes, y con qué profesionales de la salud puedo contar para obtener excelentes resultados en mi trabajo de estética no médica.
 
Ahora, cuando tengo una paciente mayor de 40 años,  mis primeras preguntas, luego de sus datos personales, son las siguientes:
 

- ¿Cuándo fue su último periodo?
- ¿Duerme cansada y se levanta cansada?
- ¿Consume antioxidantes?
 
El primer enemigo de una piel envejecida para una mujer mayor de 40 años es la desorganización de
las hormonas.  Ahora lo entiendo, ahora sé que tengo que trabajar de la mano del ginecólogo y del nutricionista. Ellos derivarán a la paciente a otro profesional, si lo consideran pertinente.
 
Ni la crema más cara del mercado, ni la aparatología más vanguardista del momento logrará resultados exitosos si el cuerpo de nuestra paciente está alterado, todos nuestros esfuerzos durarán apenas horas.
 
 

Hacer orthomolecular no significa inyectar dosis altas de vitamina C, ni inyectar quelaciones buscando remover metales pesados. Hacer orthomolecular es buscar el equilibrio molecular en el cuerpo humano, determinando las diferentes deficiencias del individuo, investigando sus enfermedades pasadas y dando una mirada a sus antecedentes familiares. 
 
Estaba en el avión camino a Lima y aún no tenía respuesta del  Dr. Concolino.  ¿Me dejaría hacer el curso de un año de duración?
 
 
Esperando respuesta…

martes, 1 de abril de 2014

PRIMER CURSO ORTHOMOLECULAR


Estaba de regreso en Córdoba. Mientras tomaba un café, respiraba hondo y pensaba: "Ya estoy aquí. ¡Lo he logrado! Podré hacer el curso orthomolecular.” 
Entonces no sabía todo lo que pasaría en esta primera etapa de mi formación profesional.
Llegué temprano al hotel. Recuerdo haber explicado, por lo menos 6 veces, por qué haría el curso ortomolecular, ya que no era médico. Les parecía descabellada mi participación.

El primer día se habló de la estructura celular y de los radicales libres. Aunque el tema no era nuevo para mí, los tecnicismos me hacían perder la hilación de la clase. Preguntaba cada vez que no entendía algo, pero mis preguntas comenzaron a incomodar a los asistentes. De pronto una señora me pregunta, Y tú, ¿qué especialidad tienes?  Yo muy nerviosa le respondí, "Soy esteticista".  Se produjo un silencio sepulcral en la sala. Recuerdo ver el rostro de mi profesor con cierto aire de autorización ante mi respuesta, como animándome  a continuar con mi explicación. Entonces continúe, "Estoy aquí, porque necesito entender cómo se desordena molecularmente nuestro sistema, para poder orientar mi trabajo de la mejor manera y buscar soluciones posibles, reales y de la mano de profesionales como tú".  Ella muy alterada respondió, "¿Una esteticista? Pero ¿qué es esto?  ¿Este no era un curso para médicos?

Ante la mirada de desaprobación de los demás compañeros, nuestro profesor agregó: "Mirá, este es un curso para el que quiera aprender la complejidad del desorden celular. Nuestra compañera del Perú no hará nada invasivo, ese es nuestro compromiso". La sala permaneció unos minutos en silencio y el profesor continuó con la clase.

Mientras salía del aula quise agradecerle al profesor por su apoyo. Muy argentino él, tenía un porte de artista, la sabiduría de un genio y la impaciencia de un hombre de 55. "Hola doctor, ¿le podría invitar un café? Me miro con curiosidad y respondió, ¡Vaya tarea que tenemos eh peruanita! Esperáme unos minutos y vamos por un cortado".

Tenía muchos libros y su inseparable maleta. Llegamos al restaurante. Tenía tantas preguntas y no sabía por dónde empezar. Él hablaba del clima, yo hablaba de cómo se oxidaba la vitamina E. Él me hablaba del Paraguay y yo preguntaba si era cierto que la vitamina B engordaba. De pronto hubo un silenció y dijo: "Mirá peruanita, una pregunta más y cada respuesta te costará 10 pesos". Reímos largamente.

Llegué al hotel, tenía que estudiar. El profesor me había dicho de qué se trataría la clase del día siguiente y yo tenía que estar preparada. Esa noche no dormí prácticamente nada, caí rendida con el ipad en las manos, y en la cabeza la última frase que me dijo el profesor "Peruanita, a ver si no se arma un quilombo mañana y tu amiga, la chilena, te vuelve a dar lata".

Yo había llegado a Córdoba a estudiar, a aprender y no iba a desaprovechar esa oportunidad. Fue una semana sin dormir, de muchas preguntas y grandes respuestas, de muchos cafés y largas caminatas. Tenía el mejor maestro que hubiera podido imaginar. 
Mientras nos despedíamos todos los participantes, veía que entregaban información de un curso nuevo. Este curso duraría un año y era dictado también por el Dr. Concolino. Yo quería ir a ese curso, quería continuar aprendiendo. Comencé a buscar con la mirada al doctor. De pronto, lo encontré, estaba parado de tras de mí, me sonrió y dijo: "Lo voy a consultar. "Si todos mis alumnos fueran tan entusiastas como tú". Lo voy a consultar pero no te prometo nada".


ESPERANDO RESPUESTA DE ASUNCIÓN........