Camino al aeropuerto pensaba en todo lo que iba a aprender, en la gente nueva que podía regalarme sus conocimientos y cómo sería estar allí en la Meca de la estética sudamericana.
Mientras el avión despegaba pensaba, “Creo que este ambiente presurizado va a deshidratarme la piel”. Entonces el ruido de las turbinas me sacó del trance cosmiátrico.

Mientras me
alejaba sentía que las botas me pesaban. Bueno ya estaba allí y tendría
la oportunidad de aprender más, al menos eso creía.
Recuerdo ver esos pasillos llenos de aparatologia
estética. Parecía una película de naves espaciales. Las empresas que
vendían cremas profesionales tenían muy bonitos paneles y decidí
detenerme y preguntar sobre la efectividad del producto que ofrecían. La
encargada sólo repetía 3 palabras constantemente: colágeno, nutrición e
hidratación. Me resultó insuficiente.La sala de médicos lucía desierta pensé que sería mejor y me ubiqué cerca de las primeras filas. Los temas eran sobre los lipolíticos y su alcance celular. Me resultó interesante pero eso ya lo había leído en casa. Luego hablaron de aminoácidos y pensé, “esto ya lo he leído”. Siguieron otros temas, pero eran ya muy técnicos y me lamentaba de haber tomado esa decisión sin pensar en mi falta de conocimiento. Yo quería aprender pero la base para entender todo eso no la tenía de formación, había investigado mucho en la web y todos los temas me parecían conocidos, pero no estaba preparada para escuchar tanto tecnicismo. Dos palabras se me quedaron grabadas en aquella sala SÍNDROME METABOLICO. Recuerdo haberlas anotado con letras grandes y subrayado tres veces. Anoté también "La próxima pandemia será la DIABETES".

Me escabullí a la sala de cosmiatras, sostuve el aliento, ¡¡la sala estaba llena!! Bueno, pensé, este es mi lugar. Temas interesantes pero sin sustento científico todo se daba por hecho, se hablaba de reducción de medidas, de masajes, de aparatologia, pero nadie decía cómo funcionaba esa técnica o esa tecnologia en el metabolismo celular. Decían que estimulaba el colágeno o que eliminaba la grasa pero todo de manera muy superficial, no había una base en sus ponencias que las explicará y que se pudiera entender correctamente.

Era el último día del congreso, me sentía
desilucionada, recordaba las palabras de mi padre, "Un congreso no es
para aprender, es para enterarse".
Caminaba
de regreso al hotel cuando me entregaron un volante que recibí sin
mayor ánimo, lo guarde en mi carpeta. Ya en el avión abrí mi carpeta y
leí PRIMER CURSO DE MEDICINA ORTHOMOLECULAR, CÓRDOBA ARGENTINA.
¡¡Dios!!, ¿cómo no lo leí el volante antes? y sólo me separaban 15 días
del curso.
De regreso a Argentina...